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(Fragmento)​

La muerte es un río implacable que arrastra los recuerdos, conduciéndolos hacia su inminente desaparición. Cuando éstos se han extinguido, las personas que formaban parte de ellos también han partido hacia el silencio, hacia la irremediable soledad.

 

A través del parabrisas divisó a dos hombres y una mujer. Frenó pausadamente mientras los observaba; ella lucía saco y falda grises, una blusa blanca que traslucía un busto espléndido; ellos vestían terno oscuro, portaban maletines, veíanse robustos. Al acercarse, Harry chanceó como de costumbre, Alto, FBI.

 

Cuando alguien se va para siempre, cuando ya no hay retorno posible, también parten sus ocurrencias, aquello que los distingue del resto y los hace únicos, aquello que provoca en nosotros una mezcla de nostalgia y ternura, una insólita ternura.

 

Bajó la luna y escuchó al más joven, A la Punta, flaco. No voy para allá, loquito, respondió Harry. No te preocupes del precio, amigo, tenemos prisa, dijo la mujer sonriendo. Sus dientes eran blanquísimos y perfectos, sus labios rosados, su mirada cálida y relajada. Cuarenta, espetó Harry a bocajarro. Vamos, se oyó.

 

(Si desea recibir el cuento completo escriba un correo a igorpoma@yahoo.es)

  

Harry

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